Querer más para conseguir lo mejor de todo ¿es una ambición positiva o una eterna insatisfacción? No estaría mal encontrar un trabajo mejor, algo que te haga trabajar menos horas e incluso ganar un dinerillo más. ¿Y en amor? Yo quiero ser feliz, no quiero conformarme y quedarme con lo básico. ¿No opinas tú también lo mismo? ¿A alguien le llevarías la contraria? Es un derecho de todos poder elegir y mejorar. El problema podría nacer si estas imparables ganas de querer cada vez más no fueran nada más que un descontento insaciable. Esa droga que te tapa los ojos y no te permite valorar lo bueno que tienes al lado. Antes la gente no tenía casi nada y casi nadie se divorciaba. Es verdad que hace muchos años el primer novio o la primera novia iba casi siempre a ser la pareja con la cual compartías el resto de tu vida. Y si no te gustaba te lo tragabas para no ser mal visto/a a los ojos y a las críticas de los vecinos. Hoy afortunadamente hay más libertad y más pasotismo. Pero, y ¿si las cosas se nos fueron un poco de las manos? Cambiamos de opinión continuamente y ésto solamente porque tenemos millones de opciones. Podemos elegir pero en realidad no sabemos lo que queremos. Somos volubles. No queremos esperar. No damos la oportunidad a nadie de expresar su verdadero valor. Ni siquiera sabríamos reconocerlo. Hablamos cada vez más a través de las redes sociales y cada vez menos cara a cara. Sabemos decir ciertas cosas solamente escribiéndolas. Casi nos da miedo utilizar el lenguaje vocal. En realidad faltaría poco para instaurar un contacto más cálido. Verdaderamente poco. Y hoy en día no estamos acostumbrados a vivir con poco. Ese poco que me contaban mis padres y mis abuelos. Con poco estaban bien. Con poco se sentían satisfechos y lo más importante no deseaban algo más. No querían mejorar sus vidas porque para ellos ya era el mejor de los mundos posibles. Viajando por algunos pueblos de España he hablado con gente mayor. Hasta su forma de hablar me parecía la mejor. El mejor castellano que jamás haya escuchado. Con pocas palabras, un refrán y una frase hecha te decía algo que ningún libro de gramática podría explicarte. Los idiomas enriquecen cuando una palabra desconocida se convierte en algo de uso diario. Incluso los errores parece que están permitidos si hay miles de personas que “lo dicen así”. Los textos de las canciones me parecen cada vez más parecidos entre ellos. ¿Qué no haya nada más que contar? ¿Y la música que tocan los instrumentos? Seguro que las notas se han copiado unas cuantas veces. Antes no había mucha tecnología y la música había que tocarla con poco. Poco… Valoraban unas 7 notas y las convertían en canciones eternas. En ciertos modos con los idiomas pasa exactamente lo mismo. Es posible hablar bien sin irse por las ramas.
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